sábado, 29 de enero de 2011

Restaurante La Parolaccia

Buenos Aires, Argentina

Cuando nos hablan a los extranjeros, de la gastronomía argentina, lo primero que a muchos nos viene a nuestra mente son sus carnes y parrillas. En segundo lugar, podríamos hablar de sus vinos y después, porque no, de sus pastas.

Es por eso, que mi tour gastronómico por Buenos Aires debía incluir una trattoria. Y el turno fue para La Parolaccia en Puerto madero, perteneciente a la cadena de restaurantes con 22 años de tradición y ocho locales en la ciudad.

Inicialmente, me recibieron  con una copa de cortesía con Campari, mientras esperaba una mesa en una comoda sala ubicada en la entrada del restaurante. Inicialmente me advirtieron que la espera podía ser de 20 minutos a media hora, pero a los 15 minutos ya estaba sentado en mi mesa (buen manejo de las  expectativas del cliente... o simple suerte??).

Me pareció un práctica curiosa en esta ciudad, y aplicada en este restaurante, que al lado de la mesa ubican una cajita, en la cual ubican las botellas de las bebidas que se piden.

La canasta de panes (parte del infaltable couvert, en los restaurantes de esta categoría) muy generosa, calienticos y diversos, y acompañados con una combinación de queso crema con cebollín para untar.

Para arrancar pedí una ensalada capresse. Tres rodajas de tomate y queso mozzarella, cubiertos por abundante rúgula y  salsa pesto. En la "cajita" me colocaron aceite de oliva y vinagre balsámico, que a mi gusto serví sobre la ensalada. El tricolore italiano fue un rico y fresco inicio para lo que vendría como primmi (y único) piatti. Para resaltar la frescura del mozzarella, seguramente otra bondad heredada de los inmigrantes italianos en este país, a la par de sus excelentes pastas.

Para el plato fuerte me decidí por la pasta rellena. En la carta habían diversas opciones: ravioli, agnolotti, canelloni, sorrentinos. Me fuí por esta última opción, al ser la que difícilmente  encontraría en casa. La salsa, Gran Carusso: jamón, champiñones, cebolla, salsa de tomate y crema. El relleno... mozzarella y jamón y gratinados con un poco de queso mozzarella adicional. El plato, pequeño si lo quisieran como único, la salsa suave y con los sabores bien definidos. El relleno se derretía estirándose en su camino del plato a la boca. Generalmente, yo como mis pastas con mucho queso parmesano, acá lo pedí para probar la versión argentina. Seguramente me dieron el tradicional reggianito, pero solo lo puse en un extremo del plato, estaba tan rico que no fue necesario seguir mi costumbre habitual (no quiero que vayan a interpretar que si a las pastas que como las "lleno de queso", estas. sean malas).

En términos generales, me fue bien... con el servicio y los dos platos. El restaurante en su diseño me pareció un poco apretado... a la salida me tocó esquivar varias sillas que dificultaban el desplazamiento.

Una anécdota para los que somos turistas: en estos restaurantes de Puerto Madero, la propina no está incluída en la cuenta y tampoco se puede cargar en la tarjeta. Así que si usted quiere reconocer la buena atención, debe llevar dinero en efectivo para poder hacerlo. Adicionalmente, en todas partes se cobra un "couvert", que es el costo de lo que podríamos considerar como las cortesías que nos ponen en las mesas. Este lo cobran "si o si"... así que vayan dispuesto a ganarse los gramitos de más que le sumarán la rica canasta de pan que les mencionaba al inicio.

Calificación (0 a 5):
Comida: 4
Servicio: 4.5
Decoración: 3.5
Precios: Entre $50.000 y $100.000 (Us$25 y Us$50) por persona

miércoles, 26 de enero de 2011

La Puerta del Sol

Bucaramanga, Colombia

Tuve la oportunidad, después de muchos años, de volver a uno de los restaurantes insignes en la capital santandereana. Para ser la última semana del año, me pareció verlo un poco vacío... pero la expectativa era grandes por los antecedentes del lugar.

Inicialmente, los cambios que llegan con el transcurrir de los años, aparecieron con la carta. Pedir en este restaurante, era cosa de locos... por la gran cantidad de combinaciones que se podían ordenar sobre los clásicos de la comida santandereana. Dicen los expertos "restauranteurs" sobre los cánones de un restaurante moderno, que su carta debe ser sencilla para el cliente, y esto se nota en la "Puerta".

Como debía ser... me decidí por pedir el Plato Típico completo (más inclinado por la poca diferencia en precio, que por cualquier otra cosa... además salir sin cajita de la "Puerta" es como no haber ido). El pedido, para las cuatro personas que estábamos en la mesa, llegó con rapidez, resaltando que al estar a un 30% de su capacidad, los meseros de nuestra zona estuvieron muy atentos a nuestros requerimientos.

Bueno, al grano (o mejor dicho, al plato)... unas de cal y otras de arena:
La pepitoria fue la estrella del día, este tradicional arroz preparado con las visceras del cabro no ha perdido una pizca del sabor y de la gracia que para mi siempre ha tenido. La sobrebarriga, preparada al horno doradita y en su punto. La carne seca, no está incluida en el plato inicial, pero por aquellas cosas del destino, la pedí en el mío reemplazando el cabro, quizás el único de la agreste comida santandereana que no me gusta... incluso podría sonar contradictorio de acuerdo con mis preferencias al inicio de este párrafo. La dureza de la carne seca, para en neófito en estas lides, podría llevar a pensar que comerla es más difícil que sacarle la carne a un cangrejo o a una langosta, pero una vez se le coje el tiro, con un sutil movimiento del tenedor y el cuchillo en la línea de la fibra, hacen fácil gozar del exquisito sabor que la carne seca gana con su tiempo de exposición al sol... otra ganadora de este plato.

Pasando a los menos del día... me pareció curioso que siguiendo el mismo proceso, pero con menos tiempo de sol, la carne oreada no tenía el mismo gusto de su hermana mayor. Floja, insípida, "sin gracia" escribía hace un año largo un "bloguero" gastronómico de Vanguardia Liberal en sus notas sobre este restaurante. El pollo aunque rico... sobra en este plato. Aunque en Santander la industria avícola tiene un lugar de privilegio, son más tradicionales el sudado de la Tusa o el apanado de Jarri's. Podría dar lugar a la carne seca, para quienes no estén dispuestos a sacrificar el cabro, tal como yo lo hice. Por otro lado, en el pasado había un acompañante infaltable de un plato en este restaurante: las cebollitas ocañeras, las cuales se distinguieron por su ausencia. Yo recomendaría a los dueños de casa evitar pedir una exagerada porción de este acompañante, incluyéndola de nuevo en el plato. Si la intención esta relacionada con bajar costos... por este lado no es. La arepa... afortunadamente existe la plaza Guarín con sus moliendas de maiz y chicharrón para hacerlas caseras. No solo en este restaurante, sino en otros insignes de la ciudad y el departamento, no he vuelto a conseguir una que esté medianamente cerca a las que con solo mantequilla y sal se pueden hacer en la casa. Llegando a la más baja nota del día, me dio mucha tristeza recibir la porción de yuca que venía en mi plato. Cuando los santandereanos que vivimos fuera del departamento, orgullosos de nuestra tradición, hablábamos de yuca... el referente era siempre la frita de este restaurante. Dura, hilachuda, seca, insípida. Que gran decepción.

La cajita salió solo con algunas porciones de carne seca y otras de oreada. Pepitoria no quedó ni una gota... pero la arepa y la yuca preferimos que se fuera al bote de este restaurante y no al de nuestra casa.

Calificación (0 a 5):
Comida: 3
Servicio: 4
Decoración: 3.5
Precios: Entre $25.000 y $50.000 (Us$15 y Us$30) por persona