jueves, 8 de diciembre de 2011

El Cielo

Medellín, Colombia

Llegué a este restaurante, gracias a un programa del canal El Gourmet, dedicado al cultivo y la cultura del chocolate en Colombia, en el cual José Ramón Castillo pudo disfrutar de los momentos en los que el chef Juan Manuel Barrientos ha diseñado la experiencia sensorial que ofrece a sus clientes en Medellín y ahora en Bogotá.

Para iniciar, este restaurante no tiene menú. La oferta nocturna está basada en dos experiencias, de 11 o 20 momentos (hay una tercera de seis momentos que se puede disfrutar a la hora del almuerzo). La primera opción demoraba cerca de dos horas y la tercera unas 3. Nos decidimos por la primera, ya que eran cerca de las 9 cuando llegamos al restaurante.

Para comenzar, nos pusieron dos tazas trasparentes con agua y hojas dentro de esta. Frente a cada persona, nos colocaron na gran concha con una pastilla blanca, más parecida a una menta que a cualquier otra cosa. Con unas pinzas ubicadas en un bloque de madera que nos acompañó toda la noche, se tomaba la pastilla, se ubicaba en el agua y la pastilla se convertía en una toalla para lavarnos las manos... por lo menos la experiencia iniciaba de a forma muy curiosa.

En segundo lugar, nos trajeron un aperitivo hecho con vino espumoso, limón y lychee. El tercer momento de la noche, que nosotros ante una cena tan particular decidimos llamar el bom-bom-bum, era una colombina de salmón ahumado con queso crema, cubierto con una gelatina de jengibre y soya. El palo era una hoja de limonaria. Si el inicio había sido interesante, la primera experiencia con la comida fue sencillamente deliciosa. El cuarto momento de la noche fue una refrescante ensalada que, al igual que con los anteriores, traía su sorpresa. Esta consistía en una espuma de zanahoria, una de tomate y una tercera de pepino. Cada una traía en la parte superior un trozo de su ingrediente principal, como para no perdernos ante tantas cosas "raras". Detrás de las espumas había una vinagreta granizada cuyo ingrediente principal era el limón, cubierta con lechuga romana en julianas. Aparte de los ricos sabores, en este restaurante les gusta jugar con las diferentes texturas con las que nos presentan cada plato. Fue acá cuando llegaron las bebidas... en nuestra mesa dos opciones divididas... limonada de coco y limonada con yerbabuena, esta última la mía... era como tomar mojito sin ron.

Llegando a la mitad de la noche, un quinto momento era una arepa de choclo hecha con 4 quesos, tocineta y granos enteros de maíz dulce... sobre una salsa de frutos rojos con jengibre (varios platos lo traían como uno de sus ingredientes). El sexto momento, nuevamente jugando con nuestros sentidos, era una sopa muy particular. A nuestra mesa llegó un plato blanco con un cubo gelatina de guayaba en el centro... !!!Sopa con guayaba!!! uy la cosa de rara pasó a bizarra. COn unos cilindros, similares a los usados para la preparación de crema chantilly, nos sirvieron una espuma de zanahoria caliente... la cual comenzó a fundir la gelatina. Sopa con bocadillo... podría decir un desprevenido... pues les cuento que esta aparente locura resulto muy rica... quien fuera a creerlo.

El séptimo momento de la noche fue un cambiador de sabores, preparándonos para el plato fuerte. Un par de granizados frutales cubiertos con crema chantilly y semillas de amapola. El octavo momento... uno de los grandes shows de la noche consistía en un recipiente redondo, que tenía una mezcla aromática, secreto de la casa, sobre la cual virtieron hidrógeno líquido. Nuestra mesa (y nosotros) literalmente se cubrió por una nube blanca con aromas similares a los de un sauna. En este lugar no paraban de sorprendernos.

Y finalmente el plato fuerte. Nos presentaron 6 opciones (3 mar, dos tierra y un aire). De todas estas yo me incliné por un tamal de langostinos, chorizo español y espárragos. Las otras opciones seleccionadas por mis acompañantes fueron un salmón asado con risotto y gelatina de tomate, bondiola de cerdo con ravioles de ricotta y espinaca y un lomito de res con polenta y salsa de ají rocoto. Visualmente la mía fue la menos atractiva... pero el sabor increíble. La masa venía adobada con especias orientales, tres langostinos de buen tamaño y dos tajadas de chorizo... nuevamente el juego de sabores inicialmente raro... pero increíblemente rico.

Un nuevo cambiador de sabor, esta vez con un granizado de lulo servido sobre un crocante de borojó, durazno en almíbar, un vasito de melón con cristales de banano y hojas comestibles. 10 momentos inolvidables.

El remate, de lujo, como el resto de la experiencia vivida en las dos horas anteriores. Una degustación de postres, que consistía en un granizado de kiwi, una gelatina de alguna fruta que sinceramente olvidé de que era (antes no, con tantas cosas raras), una espuma dulce de queso azul (si del mismo queso fuerte que muchas personas no resisten) suave y aunque no era la estrella de la noche, tampoco desentonó en este particular menú y una torta de chocolate, quizás lo más tradicional que vimos en esta aventura culinaria y de los sentidos.

Finalmente, un doceavo momento. Para la despedida nos llevaron una flor marcada con el logotipo del restaurante. Esta untada con cremas, las cuales junto con los aceites naturales del pétalo nos dejaron las manos listas para volver a casa. Para quienes lleven la cuenta desde el inicio hablamos de un menú de 11. El adicional fue el baño en nitrógeno líquido, cortesía de la casa para que en una visita futura nos decidamos por la opción de 20 momentos.

Hay algunos que hablan de un momento sorpresivo que llega con la cuenta final... pues al no haber carta... no habíamos visto precios. Uppps... preguntamos por tiempo pero no por precios... El menú de 6 momentos entre $38 y $42 mil pesos. El nuestro alrededor de $90 mil y el de 20 momentos, por los $160 mil. Son precios altos, pero después de la calidad de la experiencia vivida, para nada caros. En Bogotá podríamos hablar de cuentas alrededor de un 20% más altas para opciones similares. Veredicto final... recomendado a ojo cerrado.

Calificación (0 a 5):
Comida:5
Servicio: 5, más que meseros, este restaurante tiene verdaderos maestros de ceremonias
Decoración: 4
Precios: Entre $45.000 y $170.000 (Us$25 y Us$90) por persona






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