viernes, 3 de febrero de 2012

Patagonia, Asados del Sur

Usaquén, Colombia

Años atrás llegó a este antiguo municipio, hoy barrio de Bogotá, un restaurante atendido por dos argentinos, cuya especialidad era la carne asada. Fácil y rápidamente lograron ser reconocidos por la calidad de las carnes que usaban (maduradas, lo que no era tan común en aquellos años) y entregar sus productos con gran sabor y exactitud en el punto de cocción. Por aquellas circunstancias de la vida, que muchas veces no podemos explicarnos, nunca más regresé a este restaurante.  La semana pasada volví en su nueva sede, unas calles más al norte de la antigua, la cual en un trámite notarial vi que habían demolido, seguramente para alojar un nuevo edificio.

Sobre el local, es más amplio que el anterior, sin embargo incómodo a tal punto que la puerta permanece cerrada con llave (aparte de peligroso para los comensales, anti marketing) para que un molesto viento no afecte a quienes estamos adentro. Quizás un pro de esta nueva sede es el no tener la parrilla tan encima como antes, siendo agradable no respirar el humo natural de la cocción a las brasas.
Para comenzar, pedimos una provoleta asada, tradicional entrada en las parrillas argentinas. Esta llegó rápidamente a la mesa, tostada por fuera y fundida por dentro. Condimentada con orégano y páprika. Acompañando este plato nos sirvieron una canasta con baguette tajada y en una buena decisión de fusión cultural... dos tipos de chimichurri... el habitual colombiano con perejil, ajo y aceite... y el argentino, rojizo con orégano, pimentón, paprika, aceite de oliva y vinagre (un poco pasado en este último ingrediente, para mi gusto).

Desafortunadamente en este punto, los buenos recuerdos comenzaron a quedar en solo recuerdos. El mesero que hasta ese punto nos había atendido, fue encargado de hacer mercado, seguramente para los productos que en este punto de la tarde ya escaseaban. Volviendo rápidamente al tema del nuevo local, el mercado entró por la misma puerta de clientes, acompañado del fastidioso "chiflón" de aire en una situación que le bajó definitivamente puntos a la experiencia en general. Con el cambio de roles entre el personal del sitio, nuestra mesa quedó huérfana. Pasado un tiempo logramos que una mesera nos siguiera atendiendo. Nos tocó nuevamente hacer el pedido del plato fuerte, con lo cual nos dimos que el primer mesero desconocía la carta, al darnos componentes diferentes de la parrillada que yo pedí, a los que esta realmente traía.  La parrillada es el mismo bife de chorizo, servida con un chorizo y una morcilla servidos como entrada. Sobre estos dos productos, el chorizo muy insípido (como extrañe los Chorizos del Sur, de Marcelo Grecco) y la morcilla a la usanza argentina, sin arroz, pero muy seca.

Pasaba el tiempo y hablamos agradablemente con mi esposa e hija. Gracias al registro fotográfico para montar las imágenes de este blog, nos dimos cuenta que entre la servida del chorizo y morcilla y ese momento de reacción, habían pasado 45 minutos... Y qué pasó con nuestras carnes? Hasta la misma mesera, quien inicialmente nos había parecido muy diligente, lo había olvidado. Creo que en este sitio desbancaron al counter de American Airlines en el top de quienes hacen todo lo posible porque la experiencia de servicio sea desagradable para el cliente... y eso es mucho decir. Finalmente llegó la carne, y gracias al "chiflón" pedimos que no nos la tajaran. En el pasado ellos cortaban el bloque de carne de un pedido en finas lonchas que bien presentadas llegaban a la mesa mostrando los espectaculares colores de una carne asada a término medio. Así la pidió una mesa vecina, y lo que pusieron sobre la tabla fue una montonera de trozos de carne mal pésimamente presentado, que no va en línea de los precios de este lugar. Sobre la carne... el corte no es el habitual del bife de chorizo. Segundo en mi tabla iban dos trozos, el grande en su punto, pero el segundo totalmente pasado.. Será que completaron el peso de mi porción con un sobrante de tiempo atrás en la parrilla? Y finalmente, la carne parecía sazonada por un papá colombiano en asado casero de los años 80. Los argentinos se destacan por poner solo sal sobre sus carnes para ser preparadas a la brasa. Esta tenía una marinada con una fuerte presencia de ajo, que realmente terminaron de bajar la nota en esta visita.

Un buen inicio, se fue deteriorando poco a poco con el paso del tiempo y en la medida que llegaba la comida a la mesa. Trístemente el Patagonia de 6 años atrás no es el mismo. Sus agradables propietarios brillaron por su ausencia y seguramente esto influye en el deterioro del servicio y los alimentos. Adicionalmente, me parece que las tablas sobre las que se sirve la comida son antihigiénicas y le restan presencia a la comida.

Calificación (0 a 5):
Comida: 3 (Sube la nota la provoleta asada)
Servicio: 1
Decoración:2
Precios: Entre $50.000 y $80.000 (Us$27 y Us$45) por persona

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