lunes, 4 de junio de 2012

Leo Cocina y Cava

Bogotá, Colombia

Postulado como uno de los mejores restaurantes del mundo por la revista Condé Nast Traveller, hace poco tuve la oportunidad de almorzar en este restaurante ícono en la ciudad de Bogotá. Quienes me conocen, saben que soy poco amante de la comida fusión y experimental, así que llegué a este lugar con mucha expectativa, pero igualmente muchos interrogantes sobre lo que podría encontrarme. Su chef y propietaria, Leonor Espinoza, es una persona que se ha dedicado a estudiar productos de nuestro país que son en muchos casos desconocidos y en otros poco accesibles, incorporándolos en un menú que recorre de punta a punta, la geografía nacional.

El restaurante, ubicado en una antigua casona en la Calle 27b, arriba de la Carrera 7 de Bogotá, al frente del centro internacional, totalmente remodelada en su interior y con un aire minimalista pero muy moderno. Desde la llegada, como dato curioso la puerta permanece cerrada, se respira la amabilidad de las personas que trabajan en este restaurante. Para comenzar, nos recibieron con una cortesía da la casa. En esta ocasión nos dirigimos al centro de la zona andina, con un rollito basado en la arepa tolimense, acompañado con una deliciosa salsa de ajonjolí.

En esta ocasión estuve invitado por mi esposa, con motivo de nuestro séptimo aniversario. Optamos por una entrada para compartir. Nuestra elección fueron los Tentáculos de Pulpo asados al carbón. Visualmente espectaculares, montados sobre espárragos verdes asados y salsa de corozo, en un rápido salto hacia la costa norte de Colombia. Que buen inicio, con dos rápidos y contundentes golpes visuales y de sabor, todas mis prevenciones desaparecieron y las expectativas crecieron.

Para el plato fuerte, tuve muchas dudas. Arroces, carnes y productos de mar componen los tres grandes bloques de los platos fuertes. Platos tan criollos como la sobrebarriga, sofisticados como la langosta, exóticos en estas latidudes como el caracol, desconocidos como la piangua, burgao y el piacuil, o incrustados en mi corazón como la posta negra cartagenera, hicieron que la decisión fuera difícil de tomar. Finalmente mi esposa de decidió por los langostinos flameados en ron antillano, montados sobre un risotto verde con burgao y piacuil. Saltamos a la costa pacífica colombiana, de donde provienen estos dos ingredientes finales, un caracolito y una concha provenientes de esta zona con un enorme potencial culinario, muy poco explotado. Después de mucha indecisión (con la Posta Negra y un Arroz con Carne Oreada), yo elegí el Arroz con Mariscos. Salteado con pimentón ojo y verde, cebolla, camarón, calamar y achiote, acompañado con una colita de langosta, un langostino y tajadas de plátano maduro cocinado en leche de coco. Muy buen sabor, como todos los platos del día, visualmente muy llamativo y con más mariscos que arroz (difícil encontrar este balance). La colita de langosta muy bien cocinada, soltó perfecta y fácilmente de su concha. Los maduritos dulces, y definitivamente el coco es un ingrediente mágico con cualquier otro ingrediente con el que se cocine.

Las porciones en este restaurante son pequeñas, lo cual nos abrió la maravillosa posibilidad de pedir dos postres. A diferencia del plato fuerte, acá la decisión si fue muy fácil. Primero un Mousse de Queso Costeño con el Monteriano MongoMongo y helado de Gulupa (fruta del amazonas), una interensante mezcla de dulce con ácido. La única crítica de este, es que el desprevenido costeño que vea esta opción y sueñe con la fantástica mezcla de frutos autóctonos que componen el mongomongo, se va a encontrar con dos pedacitos tan pequeños que sale uno más aburrido que contento. La segunda opción, y quizás la única decepción de nuestra visita, fue el aclamado (por otros) helado de Kola Román con Pionono Cartagenero. Soso, con más sabor a vainilla que a la fuerte bebida gaseosa de origen cartagenero.

En términos generales, un lugar para volver. Excelente servicio (rápido y muy, pero muy amable), precios normales para los lugares de este nivel en Bogotá, quizás un poco alto teniendo en consideración el tamaño pequeño de todas sus porciones. Seguramente, la próxima vez decidiré con el corazón (la posta negra es uno de mis top 5) o con el regionalismo (hay una receta con carne oreada y un par más con hormigas culonas... santandereanos siempre adelante!!!)... o quizás, a última hora escogeré alguna combinación con algún exótico o desconocido ingrediente proveniente de la gran diversidad de nuestro querido país y que Leonor con su genialidad, nos ha brindado la posibilidad de tener más cerca.

Calificación (0 a 5):
Comida: 4
Servicio: 5
Decoración: 4
Precios: Entre $70.000 y $140.000 (Us$40 y Us$80) por persona